martes, 27 de mayo de 2014

GRUPO ETNIA WAYUU




ACTIVIDAD 10 TRABAJO COLABORATIVO 2  FINAL 

GRUPO: 434 201_ 96

ESTUDIANTES 

NORIEIS STELLA MONTES GRANADOS

BLANCA PATRICIA MONTES

MARGOTH BONFANTE RODRIGUEZ 

CEILA JUDITH JULIO

YURIS TATIANA PATRON

TUTOR: CLARA GUZMÁN 



GRUPO ETNIA WAYÚ


Los wayuu habitan la árida península de la Guajira al norte de Colombia y noroeste de Venezuela, sobre el mar Caribe. Es una región con un clima cálido, seco e inhóspito, bañada por los ríos Ranchería (Colombia) y El Limón (Venezuela). Presenta unas estaciones climáticas marcadas por una primera temporada de lluvias, denominada Juyapu, que se desarrolla durante los meses de septiembre a diciembre, seguida de una época de sequía, conocida como Jemial, que va desde diciembre hasta abril. Posteriormente, viene la segunda temporada de lluvias, llamada Iwa, para terminar con una larga temporada de sequía que va desde mayo a septiembre.
Los wayuu son el grupo indígena más numeroso en Colombia y Venezuela; El 97% de la población habla su idioma tradicional que es el wayuunaiki, el 32% habla el castellano. Un 66% no ha recibido ningún tipo de educación formal. La organización social es caracterizada por clanes de los cuales existen 24.

El pueblo wayú es uno de los pueblos arawat que, como una gran corriente migratoria, se desplazaron tanto por la Amazonia,  como hacia las Antillas, a donde llegaron hacia el 150 a  .C. Hacían parte de sus costumbres ancestrales, la recolección,
caza y pesca así como la horticultura , donde ella era posible, al sur de la península o en otros lugares con un ambiente menos desértico que el actual. La vivienda era comunal, en forma de maloca .
Aunque el contacto con los conquistadores europeos data del sigloXVI los wayús no fueron conquistados sino hasta muy tardíamente, después de la independencia de Colombia y Venezuela. 
En esto influyó tanto la resistencia indígena, como las duras condiciones ambientales del desierto, que sirvió como refugio a los wayús. Hacia el año 1800  se estimaba que la población de indígenas no sometidos (llamados salvajes) de La Guajira era de 10.000 entre motilones (ellos 1800),  chimilas, goagiros, archuacostupes y cocinas.8 En 1812 los estimaban en 40.000 almas, de ellos 1.500 lanzas con las que atacaban pueblos fronterizos. Ocupaban el territorio entre Maracaibo y Riohacha y eran conocidos genéricamente como los guajiros, de estos los más numerosos e importantes eran los wayús. Durante el siglo XIX los gobiernos de ambas repúblicas empezaron a hacer planes para someterlos, en 1841 eran 18.000 gentes de los que 3000 serían guerreros, conocidos por su ferocidad.10 Los guajiros eran entre 90.000 y 150.000 a mediados del siglo, en 1858 eran 35.000 a 40.000 wayú.

Las primeras campañas del gobierno venezolano comenzaron en 1830continuando con la construcción de varios fuertes y líneas de trincheras que hicieron avanzar la frontera cada vez más al norte, hacia 1893 habían quedado sometidos y reducidos.
Lo mismo hizo el gobierno de Colombia, terminando por repartirse el territorio.
La intervención europea supuso, sin embargo, la pérdida de tierras agrícolas y  áreas de caza, que los wayús compensaron con el pastoreo de especies introducidas, especialmente las cabras y, en menor medida, bovinos. Conflictos frecuentes ocurrieron por la política de los europeos de controlar la pesca de perlas
Luego, aprovechando los enfrentamientos entre españoles, holandeses e ingleses, fueron capaces de desarrollar una actividad comercial intensa, que ampliaron durante el período republicano.
A pesar de la expansión de las dos Repúblicas sobre su territorio, los wayús mantuvieron una amplia autonomía extralegal que sólo recientemente han reconocido constitucionalmente ambos estados y que se caracteriza por la aplicación del derecho propio en todo el territorio propio.

ANÁLISIS CRITICO  DEL GRUPO ETNIA WAYÚ 

ASPECTOS  EVOLUTIVOS   CULTURA WAYUU
 El sistema de representación de este pueblo integra una serie de deidades importantes en su universo mítico. La figura central es Maleiwa, dios creador de los Wayú y fundador de la sociedad. También están Pulowi y Juyá, esposos asociados a la generación de la vida. Pulowi, la mujer, se asocia a la sequía y los vientos, y algunos lugares que habita. Juyá, su esposo, es un errante que caza y mata. Wanülü representa el mal de la enfermedad o la muerte.
Entre los Wayú, el nacimiento de un niño ocurre en la casa, asistido por la madre de la mujer o una pariente próxima. Mientras la supervivencia del niño no sea segura, los miembros de su familia se alimentan con una dieta estrictamente reducida.
 ¨No se destaca la pubertad en los varones, pero las niñas están sometidas a un severo rito de paso. Cuando la muchacha empieza a menstruar, es sometida a un período de reclusión, al término del cual se ha convertido en mujer equipada para casarse.
Durante el inicio de esta reclusión, la joven es completa o parcialmente rapada y luego instalada en una hamaca colgada cerca del techo de la casa. Durante los días siguientes es cuidada con alimentos vegetales especiales, llamados jaguapi, y observa una dieta rigurosa.
En ese tiempo la bañan con frecuencia y la instruyen en las tareas femeninas, tejido, hilado, le imparten conocimientos sobre los procesos tradicionales de control natal, embarazo y quizás algunas técnicas eróticas.
 Los Wayú, no concluyen el ciclo de vida con la muerte, ya que la gente continúa relacionada con los huesos del difunto.
Los entierros son acontecimientos importantes en los que los parientes del muerto actúan determinada manera. Esta relación con los muertos tiene su contrapartida en su sentido de pertenencia e identidad, en su noción misma del territorio, pues como lo afirma Rosario Epieyú, ¨ los wayú son de donde son sus muertos”.
Los entierros se hacen en dos etapas: Primero se sepulta el cadáver con algunas pertenencias y  luego, dos años después, se hace una exhumación del cuerpo, se incinera y se sepulta nuevamente en el cementerio clánico, dentro de ollas de barro o tumbas de cemento.


VIVIENDA WAYUU
Los wayuu no viven en asentamientos estables, es frecuente que las familias se trasladen a residir temporalmente a otro lugar cuando se agota el pasto para sus animales o cuando deben cumplir un compromiso social. Tradicionalmente se organizan en cinco o seis viviendas ubicadas de forma dispersa con distancias de varios minutos de camino, conformando una ranchería o caserío.
 La casa es de forma rectangular, dividida en dos habitaciones con techos en los que se cuelgan las hamacas para dormir y las mochilas. Junto a la casa se ubica la cocina, la cual carece de techo y es encerrada en plantas de cactus para protegerla del viento y la arena. Además, se encuentra, aparte de la casa, una enramada techada y sin paredes en donde se realizan las actividades diurnas y sociales. Cuentan también con un corral para los animales, bovinos y caprinos.


ASPECTOS ESTRUCTURALES ORGANIZACIÓN SOCIOPOLITICA  WAYUU
La organización social wayuu se sustenta en clanes definidos por línea materna, dispersa y no corporativa.
Los miembros de un clan comparten una misma condición social y un ancestro común. Existen veintidós clanes entre los que se destacan los Epieyú, Uriana oUliana, Iguana o Lipuana, Pushaina, Epinayu, Jusayu, Arpushana, Jarariyu, Wouriyu, Urariyu, Sapuana, Jinnu, Sijona, Pausayu, Uchayaru, Uriyu, Warpushana, Worworiyu, Pipishana y Toctouyu. El mayor porcentaje de población se encuentra en los clanes Epieyu con el 20,8%, Uriana con el 17,1% eI puana con el 16,2%.

El parentesco de esta etnia se encuentra ligado a la sucesión y la herencia de acuerdo a la cual el sobrino materno mayor está destinado a suceder a su tío y a heredar sus bienes. El tío materno asume muchas de las funciones socio económicas del padre. El matrimonio se realiza preferencialmente entre miembros del mismo clan. Un hombre puede tener varias esposas si está en capacidad de pagar la dote a los parientes de la novia y mantenerla a ella y a sus hijas. Es la mujer quien regula elementos fundamentales del grupo, ya que la dote afianza el sistema de filiación matriarcal.

En cada asentamiento hay un hombre mayor que ejerce la autoridad, administra los bienes colectivos y dirige las labores cotidianas. Así mismo, a nivel del linaje, existe un hombre que lo representa y dirige. En el ordenamiento jurídico de los wayuu, cuando se produce un agravio contra una persona es la familia a quien se ofende. Cuando esto ocurre, los afectados recurren al “palabrero“-pütchipü-, mediador y conocedor de las leyes internas, para que intente buscar un acuerdo equitativo entre las partes. Existen varios tipos de palabreros.


ASPECTOS  CONDUCTUALES ETNIA WAYÚ



Aspectos y problemas de la socialización y la identidad wayuu de hoy
El núcleo de las relaciones familiares dentro del Apüshi  (parientes uterinos cercanos ) es la unidad básica política de los wayú, da lugar al sistema de identificación primario y a los procesos de  socialización wayú, pero los cambios en los roles familiares tradicionales derivados del desarrollo del trabajo asalariado entre los wayuu, han introducido transformaciones en ese esquema primordial.
Sin embargo, los dos ejes de esos procesos: la madre (eyu maama) y su hermano, el tío materno o Alaula, conservan su papel tradicional, en el contexto también tradicional del linaje, la riqueza y otros factores de prestigio que determinan la fuerza de sus figuras identificatorias.

El ser de un linaje de prestigio sirve de fundamento a una sólida identidad y a una imagen de respeto entre los wayuu para hombres y mujeres. La riqueza es el segundo factor de reconocimiento social; en el caso de los hombres ésta se centra en el ganado; los vehículos automotores; las armas modernas; y el número de esposas (poligamia). Y en el de las mujeres ésta se concreta en ganado, prendas, chinchorros, y respaldo de los hombres de su grupo.Otros factores de ese reconocimiento son para el hombre el ser trabajador y honrado; contar con gran número de sobrinos (recurso social, económico y militar); y experiencia política y tacto en relación con los conflictos. 

Los hombres wayuu más recordados son aquellos que han sabido administrar y mantener la paz de y entre los suyos.Para el caso de las mujeres, otros elementos de su identidad y figura social son el haber sido reconocido su valor entre los suyos al momento de casarse, o haber sido pagada debidamente al quedar embarazada sin estar casada aún. En este sentido no existe el madre solterismo en la sociedad wayú, pues el pago resuelve un reconocimiento social entre los suyos, así evidentemente no logre equipararse nunca al de la casada.Otros factores del perfil de la mujer son el saber tejer; conocer a los suyos y a sus aliados; tener hijos; y en algunos casos, cada vez más frecuentes, desempeñar roles de liderazgo en su grupo, en la relación con la sociedad nacional. Problemas estos últimos en los cuales los  hombres tienden a actuar sólo cuando el conflicto no puede resolverse mediante la concentración.

 De modo general puede decirse que el lugar tradicional del hombre wayú ha sido más afectado por los cambios culturales, que la mujer, gracias a la condición central de ésta en la filiación, y a su fijeza en la estructura cultural. Su prestigio, y con él su manejo de la memoria del grupo y de la tradición, aún se mantiene a partir de su función social básica: aumentar su propio grupo; y del sistema de valoración social que implica el ser "pagada" al momento de formalizar la alianza matrimonial. Otras formas tradicionales de su identidad como el conocimiento del tejido, han podido cambiar en los sectores urbanizados, pero sin afectar esos aspectos centrales.

El hombre, en cambio, móvil y vinculado tradicionalmente a formas de prestigio derivadas de su originaria condición de guerrero (cazador), en términos generales ha sido más afectado por los cambios en su actividad económica, sobre todo si ésta se realiza de forma subordinada en el jornaleo o el trabajo asalariado; o por el desarrollo de la institucionalidad política y jurídica en las zonas aledañas al territorio tradicional, que afectan su rol central de representación "pública" de sus sobrinos.

El niño de la sabana pastorea. En la mañana saca los chivos y ovejos a pastar y tomar agua, y los acompaña durante el día para evitar que se pierdan, o en cercanías a los centros urbanos, que se los roben. Cuando la ranchería está lejos sólo regresa en la tarde para llevarlos al corral, después de contarlos. Desde los cinco años empieza a acompañar al tío, al abuelo o al hermano en sus tareas, y cada uno va asumiendo sus responsabilidades, que van desde el pastoreo hasta el sacrificio del ganado, pasando por su marca, selección, etc., y por la construcción de la vivienda, corrales, jagueyes y casimbas, y en la roza, preparando el terreno para la siembra cuando ha llovido.

El verano dificulta las tareas de pastoreo porque los desplazamientos por el agua deben ser cada vez mayores, y se va muriendo el ganado; y cuando se acrecienta la sequía, la familia migra, generalmente un grupo de hombres y jóvenes acompañados por algunas mujeres, hacia el "veraneo" u onowa, asumido por todo el grupo si éste es pobre, o por una parte sólo con el ganado mayor, si tiene más recursos. Los primeros se instalarán en las cercanías de parientes o amigos que poseen mejores pastos y agua; los segundos, en su vivienda de verano.

Los pastores acompañan su actividad con la música, con instrumentos como el masi o canutillo-flauta (más parecido a un pífano), la trom’paa, o pitos de diversas confecciones (conocimos en la Media Guajira una especie de ocarina construida con un limón seco, con tres orificios y dos notas de agudo sonido similar al de un pájaro...). De otra parte, ciertos niños son entrenados como jinetes para las carreras de caballos, que aún perduran; su técnica como jinetes es motivo de gran prestigio social... La caza de conejo y otras especies menores, es aún el tema de uno de sus juegos.

El niño de los grupos de pescadores se inicia en tareas de apoyo a las mujeres en la recolección y en el transporte del pescado hasta la ranchería, y sólo el joven es iniciado en la pesca en mar abierto o en el buceo, actividad de cierto prestigio entre su grupo.

En las zonas aledañas a los poblados, o afectadas por actividades industriales como en el caso de Manaure, los niños participan en otras actividades socio económicas como la extracción de sal, venta de chivos y pequeño comercio familiar (alimentos; algunas artesanías); o combinan su actividad económica con la asistencia a la escuela: en algunos casos, por ejemplo, asisten en la mañana a sus clases escolares, y en la tarde pastorean... Generalmente esta dualidad concluye cuando ya han aprendido lo básico del idioma español, a sumar y a restar, algo de lectura y a firmar; entonces abandonan la escuela y vuelven a la sabana y/o a las otras formas de trabajo.

No hay un ritual especial para señalar los ciclos de vida en el hombre, aunque el acceso a ciertos instrumentos de trabajo o a las armas denotan estas transiciones: el tránsito de la cauchera y aún en ciertas zonas del arco y las flechas a las armas de fuego, por ejemplo, dentro de las cuales también hay su gradación, según su modernidad. 

El aprender a manejar vehículos automotores, y el acceder a esa actividad, también representa un avance hacia la condición de adulto, y un factor de prestigio. El matrimonio, obviamente, es el gran umbral en este sentido, ahora asumido normalmente en edades cercanas a los 18 años. "La ropa es testimonio de antiguos contactos con la sociedad de los alijuna; de un largo recorrido en común durante el cual los elementos del vestido fueron tomados prestados o impuestos, después incorporados a la tradición, alejándose así cada vez más de la actual forma de vestir.

El niño y el hombre se visten con el "wayuco" o pequeño taparrabo, sostenido por la siira (faja) y usan "wayreñas" o sandalias rústicas con suela de cuero o de caucho y correas de cuero o cubiertas sobre el empeine y el talón de tejidos de material sintético. Son elaboradas por los hombres en aparatos especiales de tejer que normalmente son de metal. El niño y los jóvenes suelen usar cachuchas vistosas; el mismo joven o el hombre agrega a esa vestimenta la kamisaa, de confección alijuna, a veces las gafas oscuras, y el sombrero de enea o de fieltro. De la faja todos se cuelgan pequeñas mochilas tejidas por las mujeres, que sirven como monederos o para guardar dinero o, algunos, los papeles de identidad al salir a los centros urbanos.
Los viejos, a manera de distinción, cubren su wayuco con una manta especial, generalmente de seda e importada de contrabando, que enrollan varias veces alrededor del cuerpo, abultando a veces exageradamente las caderas. Suelen usarla para salir a reuniones familiares o a los centros urbanos; parece que esta prenda procede de la prohibición colonial de entrar al poblado en wayuco...
Para los muchachos de pueblos como Manaure, Uribia o Nazaret, estos ciclos están ligados a la escolaridad, que en términos generales los despoja de sus sistemas de valoración y hasta del idioma, subestimado por la escuela (salvo los procesos de recuperación cultural que se están iniciando...). Su problemática social y de identidad tiende a ser la de la sociedad de consumo: medios de comunicación (radio y t.v.); discotecas; barras o grupos callejeros, etc.; desempleo... Pero las limitaciones del mercado de trabajo local los empujan hacia un "rebusque" en actividades como tareas de apoyo al comercio de contrabando, o de la sal o el talco, o el transporte, y los devuelve hacia la sabana, donde encuentran mujer y las exigencias culturales tradicionales del pago para el matrimonio, y todo el esquema de prestigio social tradicional. Es dramático en algunos, el aferrarse a una expectativa de vida urbana sin horizonte de resolución posible...
El wayú adulto asumirá sus deberes de reciprocidad en el trabajo con sus grupos afines; y en sus compromisos de sangre ante las muertes, los conflictos o las alianzas: participará en los cobros, y aportará a sus sobrinos su cuota en los pagos de éstos. 

Si su condición de hermano mayor o de su hermana casada así se lo exige, asumirá la representación de su grupo, y las responsabilidades políticas correspondientes, según el tenor de lo expuesto atrás; y podrá convertirse en Putchipü si su prestigio y su disposición y saber se lo propician. Tendrá tantas mujeres como su riqueza y su tacto se lo permitan; y en sus tragos recordará a los suyos, los grandes matrimonios y pagos, los velorios memorables, los veraneos y los viajes, las batallas en que participó, las grandes yonnas y carreras de caballos, sus rebaños y animales, y las mujeres que le quebraron el alma... Y si tiene ese talento wayú, esos recuerdos los contará cantando, a través del jayeechi, en frases reiterativas y rítmicas que aún reúnen entusiasmados a los wayuu amigos y familiares.
Sus correrías de comercio y de trabajo le exigirán y permitirán permanecer varios días conversando en la ranchería de alguna de sus mujeres, comiendo y bebiendo, poniéndose al día de los nuevos acontecimientos de la comarca y de los suyos, y decidiendo los nuevos quehaceres...

La niña crece también al lado de sus mayores, esta vez las mujeres, ayudando en tareas como la recolección de frutos silvestres o del mar, o la traída del agua (generalmente en burro, a veces en recorridos hasta de dos horas, tarea asumida desde muy jovencita). Durante el día participa en las tareas de la casa, como lavar, cocinar o cuidar los niños. Sus juegos durante un buen período se centran en reproducir la ranchería en barro y materiales de madera y paja, etc., con sus habitantes humanos o animales...
Al nacer le ponen en la muñeca una pulsera de chaquiras que permitirá que la niña sea fina; y lavarán su cabeza y su cuerpo en agua tibia para evitar malformaciones. Su vestido será una especie de chaleco y un guayuco sostenido por el sirapo, o con el torso desnudo y un calzón bombacho que llega hasta las rodillas.

La primera menstruación será el momento de la primera y definitiva transición, señal para el llamado "encierro", una de las pautas culturales tradicionales más seriamente afectadas por los procesos de cambio actuales. Este rito de paso, que en todo caso se mantiene, consiste básicamente en el retiro de la vida social de la niña, y su encierro por un buen período en función de su purificación en el primer momento, y luego su aprendizaje del tejido, de sus deberes con su grupo familiar, de su condición de mujer adulta...
Hoy puede durar días o en algunos casos semanas; antes hasta dos o tres años... Siempre acompañada de su madre o abuela, hasta el momento de salir, que generalmente es ocasión de una fiesta familiar, especie de presentación en sociedad entre los suyos de una nueva mujer apta para el matrimonio.

 Entonces ya estará ataviada con collares sobre la "manta" (sushein) o vestido amplio de una sola pieza que cae hasta el suelo, de mangas anchas y generalmente con escote, de gran versatilidad; deja pasar el viento y transpirar con facilidad; es abrigo completo: se meten los brazos dejando sueltas las mangas, y se sube el vestido sobre la cabeza cubriendo completamente a la mujer en los viajes a pleno sol en los camiones o camionetas, o en la espera al borde de carretera; y permite el baño del cuerpo en plena sabana, sin quitársela... 

En los pies las wayreñas, esencialmente las mismas de los hombres (algunas con borlas grandes de lana, para protegerse de las tunas al caminar o al ir montadas en burro).

La manta es un distintivo étnico de las mujeres wayuu ya reconocido y ponderado nacionalmente en parte por sus colores vivos y variados, en parte por su comodidad y distinción... También parece derivarse del contacto con occidente, aunque los cronistas dan cuenta de las mantas de algodón, más cortas (a la rodilla) de las mujeres de la zona. Sin embargo, existen fotografías de algunas mujeres wayuu de los años veinte sin ella, con el torso desnudo (aunque también las había entonces con las mantas actuales).

Muchos de los pasos tradicionales del encierro (corte de pelo; purificación mediante abstinencia total de comida y luego ingiriendo bebidas especiales en los primeros días;  hoy son añoradas por las jóvenes urbanizadas, desde su preocupación por su belleza, por la calidad de la piel, o por su duración, condiciones todas otorgadas por aquellos rituales...
Ser mujer wayú es ser tejedora en sentido simbólico y material. Alrededor de ella, de su localidad y residencia, de sus partos y de su memoria se tejen, como se dijo las relaciones de su grupo; y ella confecciona los chinchorros o hamacas, que son el centro de la vida social y familiar wayú. Sus tejidos serán una de sus primeras conexiones con el mundo social, pues serán motivo de prestigio por su calidad y tradición, y símbolo de su maduración como mujer; y el espacio de su telar será el espacio de socialización de la niña, escenario de charlas interminables entre las más viejas y las niñas, entreverando temas y puntadas.

Adulta, será la encargada de la casa, hasta que tenga la suya propia. Ahora será tejedora, y viajará a vender sus productos y principalmente a traer comestibles manufacturados o hilos para su tarea, desde los centros urbanos.

Las que residen en éstos, o son escolarizadas en los internados religiosos (dos en su territorio, con un total de casi 2.000 alumnos), han perdido en mayor medida su propia tradición cultural (idioma, el arte del tejido, expectativas tradicionales); aunque en los últimos dos años ha habido reformas en estos centros escolares, y se ha rescatado el uso de la manta y el aprendizaje del tejido tradicional, y se permite el uso del idioma. Para ellas, nuevos patrones de identificación y nuevos imaginarios son recreados por los medios de comunicación: nuevas pautas de belleza, de prestigio y de comportamiento sexual y social chocan abiertamente con lo tradicional y dejan también a las jóvenes en un limbo cultural.

Rechazan la poligamia tradicional, pero padecen la infidelidad de su hombre; y se hacen susceptibles de maltrato por éste, también des-adaptados dentro de la ciudad, a partir de la caída de las formas de control familiar, de la violencia por desvalorización de ella ante su grupo, y por el desarraigo, la depresión y las dificultades económicas de ambos



ALGUNO USOS DE LOS GRUPOS

Las particularidades de la sociedad wayuu es su organización clínica con base en el parentesco unilineal, regido por el eje femenino.

Los clanes se pueden definir etnológicamente como un grupo de personas que descienden de un antepasado apical. En el caso específico de los wayuu los miembros del mismo clan se distinguen por identificarse con un nombre en común y generalmente representado por un animal, ejemploUriana (tigre), Jayariyuu (perro), Jusayuu (mapurite), Ipuana (kari-kari), Epieyuu (cataneja), Pushaina(cerdo), Epinayuu (burro), entre otros. 
Entre los wayuu, la organización del clan que le da cohesión establece el vínculo matrilineal, es decir, la línea de sucesión es por vía de la hembra. Por consiguiente, quienes resuelven los problemas de la familia son los tíos maternos. Quienes heredan tanto los bienes materiales como el prestigio y poder de un hombre, son los sobrinos y no los hijos. No siempre sucede esta situación, pues como dijimos anteriormente muchas veces la figura del padre es primordial en el hogar y es él quien se encarga de resolver los problemas y transferir el prestigio a sus hijos.

En la sociedad wayuu existe una organización bajo la denominación de e'irukuu (clan) que son todas aquellas personas que están unidas por un vínculo ancestral, con una descendencia común a partir de antepasados remotos. Esto quiere decir que la pertenencia a un grupo de filiación entre los wayuu viene adscrita desde el nacimiento y dura de por vida. Para los wayuu el clan no es una entidad corporativa en la cual se adquieran responsabilidades y obligaciones con todos sus miembros, los individuos pertenecientes al mismo clan no adquieren lazos de reciprocidad y solidaridad económica, política y social. 

Los e'irukuu(clanes) son categorías no coordinadas de personas, no es una entidad política funcional. Por el contrario, solo se comparte una condición social. Los e'irukuu (clanes) wayuu no pueden ser considerados ni endogámicos ni exogámicos, ya que sus miembros pueden casarse aleatoria mente con personas de su mismo clan o con miembros de otros clanes, inclusive, en las últimas décadas se ha hecho muy común formar familia con alijunas. 

Estas unidades (e'irukuu) de parentesco no son iguales entre sí, puesto que unas tienen, como es el caso de los clanes del tigre y del perro, mayor preponderancia económica y social que los demás. Como plantea Vergara: "Algunos clanes son considerados pobres,

otros como afortunados o políticamente influyentes; pertenecer a uno u otro clan define el principio de identidad social y el estatus del individuo" (Vergara 1987).

Los e'irukuu tienen una característica especial pues están estructurados sobre la base de los apüshi que son una forma semicorporativa coordinada de personas que se aglutinan en función a un eje de parentesco, actúan juntos para la resolución de algunos conflictos y para la realización de actividades comunes, pero otros problemas y actividades son resueltos en el nivel de la familia central o entre los familiares más cercanos, a esto es lo que Benson Saler llamó "linajes mínimos" (1987: 69). Además, la actuación corporativa del linaje se ha dificultado un poco en la medida que se ha acrecentado la migración wayuu, pues miembros de un mismo linaje pueden vivir en Maracaibo, Maicao, Uribia, Machiques o el Sur del Lago de Maracaibo, por ello preferimos hablar de semicorporativo.

Se aprecia que entre los wayuu hay una clara diferencia entre sus parientes por e'irukuu y sus parientes porapüshi. Esto da una notoria definición de a quienes recurrir en caso de conflictos y quienes son considerados enemigos. De acuerdo con esto, en los conflictos intraétnicos los que se enfrentan son los linajes (apüshi) y no los clanes (e'irukuu), pues ellos no son entidades políticas funcionales, no son corporativas. Entre mayor sea el número de personas que se reconozcan como pertenecientes a un apüshi, el poder y la influencia política sobre los demás grupos es considerable.
Con todo lo expuesto anteriormente, se puede afirmar que la unidad política mínima entre los wayuu es elapüshi, o parientes uterinos, que habitan uno o varios territorios y que representan un tipo de matriz social, política y económicamente independiente. Por consiguiente, el apüshi es el espacio replegado del clan que se despliega sobre sí mismo teniendo múltiples ramificaciones y un centro matriz

Los wayuu en su incesante cruce de fronteras culturales, han asumido algunas definiciones del parentesco alijuna y las manejan tanto en el medio urbano como en sus caseríos. Para explicar a las relaciones entre sus parientes asemejan su sistema clasificatorio al de los alijunas, sin apegarse a los lazos de parentesco matrilineal. Tal situación sucedió en Kusi: cuando al preguntar quiénes eran sus parientes, comenzaban a nombrar abuelos, padres, tíos primos, sobrinos, sin hacer distinción entre maternos y paternos. Una situación que sugiere dos cosas: 1) que estén asimilando aspectos del parentesco criollo; 2) que utilicen esto como estrategia para relacionarse mejor con el alijuna.

Se da una situación muy particular, cuando la pareja por distintas circunstancias debe recurrir al matrimonio criollo. Allí a los hijos se les asigna el apellido del padre, como si la línea de descendencia fuese paterna. En un sin número de casos el wayuu asume totalmente esta estructura, olvidando la norma matrilineal.

Esto obedece al contacto cada vez más estrecho entre los wayuu y la sociedad nacional que está regida por un eje verticalmente patrilineal-bilateral justificado jurídicamente. Entonces los wayuu por ser asumidos como parte de la nación venezolana deben desdibujar, en muchos casos, su organización matrilineal y asumir los patrones y normas que adapta a su complejo cultural. Esto lleva a que esté apareciendo una bilateralidad en el parentesco, es decir, donde el eje de descendencia se traza por ambos sexos. 

Este es un punto que debe ser profundizado y que se propone aquí apenas como hipótesis. 
Otra situación que ha sido poco estudiada es la amplitud que adquiere el parentesco en la sociedad wayuu. Es frecuente observar cómo se refieran a un extraño que ha llegado de visita como su primo (a), sobrino (a) y tío (a), dependiendo de la edad.
Desde el mismo momento de comenzar a establecer alguna cercanía con parientes se recurre a un vínculo (podría ser ficticio), así no sean de la misma casta. Pareciera que los lazos parentales se expandieran por el solo hecho de ser wayuu.

Esto los acerca de tal manera que pueden entablar una relación muy cercana en un corto tiempo, quizás en unas horas. También es sorprendente oírlos hablar de las redes de parentesco como si ellos conocieran a cada uno de los pobladores de toda la Guajira, ya que se relacionan inmediatamente, por ser el padre, el hijo, hermano, tío, abuelo o primo de un conocido o familiar.
El compadrazgo, como elemento para extender las redes del poder y del parentesco, es otro aspecto que maneja muy bien el wayuu. Una manera de tener ascendencia sobre cuotas de poder y prestigio, tanto en su sociedad como en la criolla es buscar padrinos alijunas acomodados para sus hijos. Así se logra penetrar en los intersticios de la sociedad criolla de una manera muy sutil y sin poner en peligro sus intereses.  



BIBLIOGRAFIA

Ardila, Calderón GerardoI.  “Cuando el progreso se enfrenta a la vida: los Wayú de la Guajira“, en: Diversidad es Riqueza, ensayos sobre la realidad colombiana, Ican, Instituto Colombiano de Cultura y Consejería Presidencial para los Derecho Humanos, Santa Fe de Bogotá,1992.

Dane: Censo 1993 -Proyección 2001-.
Dane. Resultados Preliminares Censo Wayuu, Bogotá, s.f.


Guerra, Weildler. Los Conflictos Interfamiliares Wayuú, Tesis de Grado, Departamento de Antropología, Universidad de Los Andes, Santa Fe de Bogotá, 1998.
Guerra, Weildler. La disputa y la palabra, la leyen la sociedad wayuu, s.f.


Jiménez D., Néstor. Comunidad Indígena Wayuú, Ministerio de Educación Nacional, Fascículo 1, Bogotá, s.f.





2 comentarios:

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  2. LA IMPORTANCIA DEL PÚTCHIÍPÚÍ (PALABRERO)
    La cultura Wayuu se rige por normas de carácter consuetudinario, basado en el valor de la palabra (pütchi`i) como medio para llegar a una conciliación en caso de cualquier conflicto que se presente dentro de la comunidad; estas normas son aplicadas por las personas más sabias entre los tios maternos (alaülayü),y que poseen experiencia en la resolución de problemas como los ancianos (laülayü). Por lo cual estas dos cualidades las asume el palabrero, (pütchipü).

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