ACTIVIDAD 10 TRABAJO COLABORATIVO 2 FINAL
GRUPO: 434 201_ 96
ESTUDIANTES
NORIEIS STELLA MONTES GRANADOS
BLANCA PATRICIA MONTES
MARGOTH BONFANTE RODRIGUEZ
CEILA JUDITH JULIO
YURIS TATIANA PATRON
TUTOR: CLARA GUZMÁN
GRUPO ETNIA WAYÚ
Los
wayuu habitan la árida península de la Guajira al norte de Colombia y noroeste
de Venezuela, sobre el mar Caribe. Es una región con un clima cálido, seco e
inhóspito, bañada por los ríos Ranchería (Colombia) y El Limón (Venezuela).
Presenta unas estaciones climáticas marcadas por una primera temporada de
lluvias, denominada Juyapu,
que se desarrolla durante los meses de septiembre a diciembre, seguida de una
época de sequía, conocida como Jemial, que va desde diciembre hasta
abril. Posteriormente, viene la segunda temporada de lluvias, llamada Iwa,
para terminar con una larga temporada de sequía que va desde mayo a septiembre.
Los
wayuu son el grupo indígena más
numeroso en Colombia y Venezuela; El 97% de la población habla su idioma tradicional
que es el wayuunaiki, el 32% habla el castellano. Un 66% no ha recibido
ningún tipo de educación formal. La organización social es caracterizada
por clanes de los cuales existen 24.
El pueblo wayú es uno de los pueblos arawat que,
como una gran corriente migratoria, se desplazaron tanto por la Amazonia, como hacia las Antillas, a donde llegaron hacia el 150 a .C. Hacían parte de sus costumbres ancestrales, la recolección,
caza y pesca así como la horticultura , donde ella era posible, al sur de
la península o en otros lugares con un ambiente menos desértico que el actual.
La vivienda era comunal, en forma de maloca .
Aunque el contacto con los conquistadores europeos data del sigloXVI los wayús no fueron conquistados sino hasta muy tardíamente, después de la
independencia de Colombia y Venezuela.
En esto influyó tanto la resistencia
indígena, como las duras condiciones ambientales del desierto, que sirvió como
refugio a los wayús. Hacia el año 1800 se estimaba que la
población de indígenas no sometidos (llamados salvajes) de La
Guajira era de 10.000 entre motilones (ellos
1800), chimilas, goagiros, archuacos, tupes y cocinas.8 En 1812 los estimaban en
40.000 almas, de ellos 1.500 lanzas con las que atacaban pueblos fronterizos. Ocupaban
el territorio entre Maracaibo y Riohacha y
eran conocidos genéricamente como los guajiros, de estos los más
numerosos e importantes eran los wayús. Durante el siglo XIX los
gobiernos de ambas repúblicas empezaron a hacer planes para someterlos,
en 1841 eran
18.000 gentes de los que 3000 serían guerreros, conocidos por su ferocidad.10 Los guajiros eran entre 90.000 y 150.000 a
mediados del siglo, en 1858 eran 35.000 a 40.000 wayú.
Las primeras campañas del gobierno venezolano comenzaron en 1830, continuando con la
construcción de varios fuertes y líneas de trincheras que
hicieron avanzar la frontera cada vez más al norte, hacia 1893 habían quedado
sometidos y reducidos.
Lo mismo hizo el gobierno de Colombia,
terminando por repartirse el territorio.
La intervención europea supuso, sin embargo, la pérdida de tierras
agrícolas y áreas de caza, que los wayús compensaron con el pastoreo de
especies introducidas, especialmente las cabras y, en menor medida, bovinos.
Conflictos frecuentes ocurrieron por la política de los europeos de controlar
la pesca de perlas.
Luego, aprovechando los enfrentamientos entre españoles, holandeses e ingleses,
fueron capaces de desarrollar una actividad comercial intensa, que ampliaron
durante el período republicano.
A pesar de la expansión de las dos Repúblicas sobre su territorio, los
wayús mantuvieron una amplia autonomía extralegal que sólo recientemente han
reconocido constitucionalmente ambos estados y que se caracteriza por la
aplicación del derecho propio en todo el territorio propio.
ANÁLISIS CRITICO DEL GRUPO ETNIA WAYÚ
ASPECTOS EVOLUTIVOS
CULTURA WAYUU
El sistema de representación de
este pueblo integra una serie de deidades importantes en su universo mítico. La
figura central es Maleiwa, dios creador de los Wayú y fundador de la sociedad.
También están Pulowi y Juyá, esposos asociados a la generación de la vida.
Pulowi, la mujer, se asocia a la sequía y los vientos, y algunos lugares que
habita. Juyá, su esposo, es un errante que caza y mata. Wanülü representa el
mal de la enfermedad o la muerte.
Entre
los Wayú, el nacimiento de un niño ocurre en la casa, asistido por la madre de
la mujer o una pariente próxima. Mientras la supervivencia del niño no sea
segura, los miembros de su familia se alimentan con una dieta estrictamente
reducida.
¨No
se destaca la pubertad en los varones, pero las niñas están sometidas a un
severo rito de paso. Cuando la muchacha empieza a menstruar, es sometida a un
período de reclusión, al término del cual se ha convertido en mujer equipada
para casarse.
Durante
el inicio de esta reclusión, la joven es completa o parcialmente rapada y luego
instalada en una hamaca colgada cerca del techo de la casa. Durante los días
siguientes es cuidada con alimentos vegetales especiales, llamados jaguapi, y
observa una dieta rigurosa.
En
ese tiempo la bañan con frecuencia y la instruyen en las tareas femeninas,
tejido, hilado, le imparten conocimientos sobre los procesos tradicionales de
control natal, embarazo y quizás algunas técnicas eróticas.
Los
Wayú, no concluyen el ciclo de vida con la muerte, ya que la gente continúa
relacionada con los huesos del difunto.
Los
entierros son acontecimientos importantes en los que los parientes del muerto
actúan determinada manera. Esta relación con los muertos tiene
su contrapartida en su sentido de pertenencia e identidad, en su noción
misma del territorio, pues como lo afirma Rosario Epieyú, ¨ los wayú son de
donde son sus muertos”.
Los entierros se hacen en dos etapas: Primero se
sepulta el cadáver con algunas pertenencias y luego, dos años después, se hace una
exhumación del cuerpo, se incinera y se sepulta nuevamente en el cementerio
clánico, dentro de ollas de barro o tumbas de cemento.
VIVIENDA WAYUU
Los wayuu no viven en asentamientos
estables, es frecuente que las familias se trasladen a residir temporalmente a
otro lugar cuando se agota el pasto para sus animales o cuando deben cumplir un
compromiso social. Tradicionalmente se organizan en cinco o seis viviendas
ubicadas de forma dispersa con distancias de varios minutos de camino,
conformando una ranchería o caserío.
La
casa es de forma rectangular, dividida en dos habitaciones con techos
en los que se cuelgan las hamacas para dormir y las mochilas. Junto a la casa
se ubica la cocina, la cual carece de techo y es encerrada en plantas de cactus
para protegerla del viento y la arena. Además, se encuentra, aparte de la casa,
una enramada techada y sin paredes en donde se realizan las actividades diurnas
y sociales. Cuentan también con un corral para los animales, bovinos y
caprinos.
ASPECTOS ESTRUCTURALES ORGANIZACIÓN SOCIOPOLITICA WAYUU
La
organización social wayuu se sustenta en clanes definidos por línea materna,
dispersa y no corporativa.
Los
miembros de un clan comparten una misma condición social y un ancestro común.
Existen veintidós clanes entre los que se destacan los Epieyú, Uriana oUliana,
Iguana o Lipuana, Pushaina, Epinayu, Jusayu, Arpushana, Jarariyu, Wouriyu,
Urariyu, Sapuana, Jinnu, Sijona, Pausayu, Uchayaru, Uriyu, Warpushana,
Worworiyu, Pipishana y Toctouyu. El mayor porcentaje de población se encuentra
en los clanes Epieyu con el 20,8%, Uriana con el 17,1% eI puana con el 16,2%.
El
parentesco de esta etnia se encuentra ligado a la sucesión y la herencia de
acuerdo a la cual el sobrino materno mayor está destinado a suceder a su tío y
a heredar sus bienes. El tío materno asume muchas de las funciones socio económicas del padre. El matrimonio se realiza preferencialmente entre
miembros del mismo clan. Un hombre puede tener varias esposas si está en
capacidad de pagar la dote a los parientes de la novia y mantenerla a ella y a
sus hijas. Es la mujer quien regula elementos fundamentales del grupo, ya que
la dote afianza el sistema de filiación matriarcal.
En
cada asentamiento hay un hombre mayor que ejerce la autoridad, administra los
bienes colectivos y dirige las labores cotidianas. Así mismo, a nivel del
linaje, existe un hombre que lo representa y dirige. En el ordenamiento
jurídico de los wayuu, cuando se produce un agravio contra una persona es la
familia a quien se ofende. Cuando esto ocurre, los afectados recurren al
“palabrero“-pütchipü-, mediador y conocedor de las leyes internas, para que
intente buscar un acuerdo equitativo entre las partes. Existen varios tipos de
palabreros.
ASPECTOS CONDUCTUALES ETNIA WAYÚ
Aspectos y problemas de la socialización y la identidad wayuu de hoy
El núcleo de las
relaciones familiares dentro del Apüshi (parientes uterinos
cercanos ) es la unidad básica política de los wayú, da lugar al sistema
de identificación primario y a los procesos de socialización wayú, pero
los cambios en los roles familiares tradicionales derivados del desarrollo del
trabajo asalariado entre los wayuu, han introducido transformaciones en ese esquema
primordial.
Sin embargo, los
dos ejes de esos procesos: la madre (eyu maama) y su hermano, el tío
materno o Alaula, conservan su papel tradicional, en el contexto
también tradicional del linaje, la riqueza y otros factores de prestigio que
determinan la fuerza de sus figuras identificatorias.
El ser de un linaje
de prestigio sirve de fundamento a una sólida identidad y a una imagen de
respeto entre los wayuu para hombres y mujeres. La riqueza es el segundo factor
de reconocimiento social; en el caso de los hombres ésta se centra en el
ganado; los vehículos automotores; las armas modernas; y el número de esposas
(poligamia). Y en el de las mujeres ésta se concreta en ganado, prendas,
chinchorros, y respaldo de los hombres de su grupo.Otros factores de
ese reconocimiento son para el hombre el ser trabajador y honrado; contar con
gran número de sobrinos (recurso social, económico y militar); y experiencia
política y tacto en relación con los conflictos.
Los hombres wayuu más
recordados son aquellos que han sabido administrar y mantener la paz de y entre
los suyos.Para el caso de las
mujeres, otros elementos de su identidad y figura social son el haber sido
reconocido su valor entre los suyos al momento de casarse, o haber sido pagada
debidamente al quedar embarazada sin estar casada aún. En este sentido no
existe el madre solterismo en la sociedad wayú, pues el pago resuelve un
reconocimiento social entre los suyos, así evidentemente no logre equipararse
nunca al de la casada.Otros factores del perfil
de la mujer son el saber tejer; conocer a los suyos y a sus aliados; tener
hijos; y en algunos casos, cada vez más frecuentes, desempeñar roles de
liderazgo en su grupo, en la relación con la sociedad nacional. Problemas estos
últimos en los cuales los hombres tienden a
actuar sólo cuando el conflicto no puede resolverse mediante la concentración.
De modo general
puede decirse que el lugar tradicional del hombre wayú ha sido más afectado por
los cambios culturales, que la mujer, gracias a la condición central de ésta en
la filiación, y a su fijeza en la estructura cultural. Su prestigio, y con él
su manejo de la memoria del grupo y de la tradición, aún se mantiene a partir
de su función social básica: aumentar su propio grupo; y del sistema de
valoración social que implica el ser "pagada" al momento de
formalizar la alianza matrimonial. Otras formas tradicionales de su identidad
como el conocimiento del tejido, han podido cambiar en los sectores
urbanizados, pero sin afectar esos aspectos centrales.
El hombre, en cambio,
móvil y vinculado tradicionalmente a formas de prestigio derivadas de su
originaria condición de guerrero (cazador), en términos generales ha sido más
afectado por los cambios en su actividad económica, sobre todo si ésta se
realiza de forma subordinada en el jornaleo o el trabajo asalariado; o por el
desarrollo de la institucionalidad política y jurídica en las zonas aledañas al
territorio tradicional, que afectan su rol central de representación
"pública" de sus sobrinos.
El niño de la
sabana pastorea. En la mañana saca los chivos y ovejos a pastar y tomar agua, y
los acompaña durante el día para evitar que se pierdan, o en cercanías a los
centros urbanos, que se los roben. Cuando la ranchería está lejos sólo regresa
en la tarde para llevarlos al corral, después de contarlos. Desde los cinco
años empieza a acompañar al tío, al abuelo o al hermano en sus tareas, y cada
uno va asumiendo sus responsabilidades, que van desde el pastoreo hasta el
sacrificio del ganado, pasando por su marca, selección, etc., y por la
construcción de la vivienda, corrales, jagueyes y casimbas, y en la roza,
preparando el terreno para la siembra cuando ha llovido.
El verano dificulta
las tareas de pastoreo porque los desplazamientos por el agua deben ser cada
vez mayores, y se va muriendo el ganado; y cuando se acrecienta la sequía, la
familia migra, generalmente un grupo de hombres y jóvenes acompañados por
algunas mujeres, hacia el "veraneo" u onowa, asumido por todo el
grupo si éste es pobre, o por una parte sólo con el ganado mayor, si tiene más
recursos. Los primeros se instalarán en las cercanías de parientes o amigos que
poseen mejores pastos y agua; los segundos, en su vivienda de verano.
Los pastores
acompañan su actividad con la música, con instrumentos como el masi o
canutillo-flauta (más parecido a un pífano), la trom’paa, o pitos
de diversas confecciones (conocimos en la Media Guajira una especie de ocarina
construida con un limón seco, con tres orificios y dos notas de agudo sonido
similar al de un pájaro...). De otra parte, ciertos niños son entrenados como
jinetes para las carreras de caballos, que aún perduran; su técnica como
jinetes es motivo de gran prestigio social... La caza de conejo y otras
especies menores, es aún el tema de uno de sus juegos.
El niño de los
grupos de pescadores se inicia en tareas de apoyo a las mujeres en la
recolección y en el transporte del pescado hasta la ranchería, y sólo el joven
es iniciado en la pesca en mar abierto o en el buceo, actividad de cierto
prestigio entre su grupo.
En las zonas
aledañas a los poblados, o afectadas por actividades industriales como en el
caso de Manaure, los niños participan en otras actividades socio económicas como
la extracción de sal, venta de chivos y pequeño comercio familiar (alimentos;
algunas artesanías); o combinan su actividad económica con la asistencia a la
escuela: en algunos casos, por ejemplo, asisten en la mañana a sus clases
escolares, y en la tarde pastorean... Generalmente esta dualidad concluye
cuando ya han aprendido lo básico del idioma español, a sumar y a restar, algo
de lectura y a firmar; entonces abandonan la escuela y vuelven a la sabana y/o
a las otras formas de trabajo.
No hay un ritual
especial para señalar los ciclos de vida en el hombre, aunque el acceso a
ciertos instrumentos de trabajo o a las armas denotan estas transiciones: el
tránsito de la cauchera y aún en ciertas zonas del arco y las flechas a las
armas de fuego, por ejemplo, dentro de las cuales también hay su gradación,
según su modernidad.
El aprender a manejar vehículos automotores, y el acceder
a esa actividad, también representa un avance hacia la condición de adulto, y
un factor de prestigio. El matrimonio, obviamente, es el gran umbral en este
sentido, ahora asumido normalmente en edades cercanas a los 18 años. "La ropa es
testimonio de antiguos contactos con la sociedad de los alijuna; de un largo
recorrido en común durante el cual los elementos del vestido fueron tomados
prestados o impuestos, después incorporados a la tradición, alejándose así cada
vez más de la actual forma de vestir.
El niño y el hombre
se visten con el "wayuco" o pequeño taparrabo, sostenido por la siira (faja)
y usan "wayreñas" o sandalias rústicas con suela de cuero o de caucho
y correas de cuero o cubiertas sobre el empeine y el talón de tejidos de
material sintético. Son elaboradas por los hombres en aparatos especiales de
tejer que normalmente son de metal. El niño y los jóvenes suelen usar cachuchas
vistosas; el mismo joven o el hombre agrega a esa vestimenta la kamisaa,
de confección alijuna, a veces las gafas oscuras, y el sombrero
de enea o de fieltro. De la faja todos se cuelgan pequeñas
mochilas tejidas por las mujeres, que sirven como monederos o para guardar
dinero o, algunos, los papeles de identidad al salir a los centros urbanos.
Los viejos, a
manera de distinción, cubren su wayuco con una manta especial, generalmente de
seda e importada de contrabando, que enrollan varias veces alrededor del
cuerpo, abultando a veces exageradamente las caderas. Suelen usarla para salir
a reuniones familiares o a los centros urbanos; parece que esta prenda procede
de la prohibición colonial de entrar al poblado en wayuco...
Para los muchachos
de pueblos como Manaure, Uribia o Nazaret, estos ciclos están ligados a la
escolaridad, que en términos generales los despoja de sus sistemas de
valoración y hasta del idioma, subestimado por la escuela (salvo los procesos
de recuperación cultural que se están iniciando...). Su problemática social y
de identidad tiende a ser la de la sociedad de consumo: medios de comunicación
(radio y t.v.); discotecas; barras o grupos callejeros, etc.; desempleo... Pero
las limitaciones del mercado de trabajo local los empujan hacia un
"rebusque" en actividades como tareas de apoyo al comercio de contrabando,
o de la sal o el talco, o el transporte, y los devuelve hacia la sabana, donde
encuentran mujer y las exigencias culturales tradicionales del pago para el
matrimonio, y todo el esquema de prestigio social tradicional. Es dramático en
algunos, el aferrarse a una expectativa de vida urbana sin horizonte de
resolución posible...
El wayú adulto
asumirá sus deberes de reciprocidad en el trabajo con sus grupos afines; y en
sus compromisos de sangre ante las muertes, los conflictos o las alianzas:
participará en los cobros, y aportará a sus sobrinos su cuota en los pagos de
éstos.
Si su condición de hermano mayor o de su hermana casada así se lo exige,
asumirá la representación de su grupo, y las responsabilidades políticas
correspondientes, según el tenor de lo expuesto atrás; y podrá convertirse
en Putchipü si su prestigio y su disposición y saber se lo
propician. Tendrá tantas mujeres como su riqueza y su tacto se lo permitan; y
en sus tragos recordará a los suyos, los grandes matrimonios y pagos, los
velorios memorables, los veraneos y los viajes, las batallas en que participó,
las grandes yonnas y carreras de caballos, sus rebaños y
animales, y las mujeres que le quebraron el alma... Y si tiene ese talento
wayú, esos recuerdos los contará cantando, a través del jayeechi, en
frases reiterativas y rítmicas que aún reúnen entusiasmados a los wayuu amigos
y familiares.
Sus correrías de
comercio y de trabajo le exigirán y permitirán permanecer varios días
conversando en la ranchería de alguna de sus mujeres, comiendo y bebiendo,
poniéndose al día de los nuevos acontecimientos de la comarca y de los suyos, y
decidiendo los nuevos quehaceres...
La niña crece
también al lado de sus mayores, esta vez las mujeres, ayudando en tareas como
la recolección de frutos silvestres o del mar, o la traída del agua
(generalmente en burro, a veces en recorridos hasta de dos horas, tarea asumida
desde muy jovencita). Durante el día participa en las tareas de la casa, como
lavar, cocinar o cuidar los niños. Sus juegos durante un buen período se
centran en reproducir la ranchería en barro y materiales de madera y paja,
etc., con sus habitantes humanos o animales...
Al nacer le ponen
en la muñeca una pulsera de chaquiras que permitirá que la niña sea fina; y
lavarán su cabeza y su cuerpo en agua tibia para evitar malformaciones. Su
vestido será una especie de chaleco y un guayuco sostenido por el sirapo,
o con el torso desnudo y un calzón bombacho que llega hasta las rodillas.
La primera
menstruación será el momento de la primera y definitiva transición, señal para
el llamado "encierro", una de las pautas culturales tradicionales más
seriamente afectadas por los procesos de cambio actuales. Este rito de paso,
que en todo caso se mantiene, consiste básicamente en el retiro de la vida social
de la niña, y su encierro por un buen período en función de su purificación en
el primer momento, y luego su aprendizaje del tejido, de sus deberes con su
grupo familiar, de su condición de mujer adulta...
Hoy puede durar
días o en algunos casos semanas; antes hasta dos o tres años... Siempre
acompañada de su madre o abuela, hasta el momento de salir, que generalmente es
ocasión de una fiesta familiar, especie de presentación en sociedad entre los
suyos de una nueva mujer apta para el matrimonio.
Entonces ya estará ataviada
con collares sobre la "manta" (sushein) o vestido amplio de
una sola pieza que cae hasta el suelo, de mangas anchas y generalmente con
escote, de gran versatilidad; deja pasar el viento y transpirar con facilidad;
es abrigo completo: se meten los brazos dejando sueltas las mangas, y se sube
el vestido sobre la cabeza cubriendo completamente a la mujer en los viajes a
pleno sol en los camiones o camionetas, o en la espera al borde de carretera; y
permite el baño del cuerpo en plena sabana, sin quitársela...
En los pies
las wayreñas, esencialmente las mismas de los hombres (algunas con
borlas grandes de lana, para protegerse de las tunas al caminar o al ir
montadas en burro).
La manta es un
distintivo étnico de las mujeres wayuu ya reconocido y ponderado nacionalmente
en parte por sus colores vivos y variados, en parte por su comodidad y
distinción... También parece derivarse del contacto con occidente, aunque los
cronistas dan cuenta de las mantas de algodón, más cortas (a la rodilla) de las
mujeres de la zona. Sin embargo, existen fotografías de algunas mujeres wayuu
de los años veinte sin ella, con el torso desnudo (aunque también las había
entonces con las mantas actuales).
Muchos de los pasos
tradicionales del encierro (corte de pelo; purificación mediante abstinencia
total de comida y luego ingiriendo bebidas especiales en los primeros
días; hoy son añoradas por las jóvenes urbanizadas, desde su preocupación
por su belleza, por la calidad de la piel, o por su duración, condiciones todas
otorgadas por aquellos rituales...
Ser mujer wayú es
ser tejedora en sentido simbólico y material. Alrededor de ella, de su
localidad y residencia, de sus partos y de su memoria se tejen, como se dijo
las relaciones de su grupo; y ella confecciona los chinchorros o hamacas, que
son el centro de la vida social y familiar wayú. Sus tejidos serán una de sus
primeras conexiones con el mundo social, pues serán motivo de prestigio por su
calidad y tradición, y símbolo de su maduración como mujer; y el espacio de su
telar será el espacio de socialización de la niña, escenario de charlas
interminables entre las más viejas y las niñas, entreverando temas y
puntadas.
Adulta, será la
encargada de la casa, hasta que tenga la suya propia. Ahora será tejedora, y
viajará a vender sus productos y principalmente a traer comestibles
manufacturados o hilos para su tarea, desde los centros urbanos.
Las que residen en
éstos, o son escolarizadas en los internados religiosos (dos en su territorio,
con un total de casi 2.000 alumnos), han perdido en mayor medida su propia
tradición cultural (idioma, el arte del tejido, expectativas tradicionales);
aunque en los últimos dos años ha habido reformas en estos centros escolares, y
se ha rescatado el uso de la manta y el aprendizaje del tejido tradicional, y
se permite el uso del idioma. Para
ellas, nuevos patrones de identificación y nuevos imaginarios son recreados por
los medios de comunicación: nuevas pautas de belleza, de prestigio y de
comportamiento sexual y social chocan abiertamente con lo tradicional y dejan
también a las jóvenes en un limbo cultural.
Rechazan la poligamia tradicional, pero padecen
la infidelidad de su hombre; y se hacen susceptibles de maltrato por
éste, también des-adaptados dentro de la ciudad, a partir de la caída
de las formas de control familiar, de la violencia por desvalorización de
ella ante su grupo, y por el desarraigo, la depresión y las dificultades
económicas de ambos
ALGUNO USOS DE LOS GRUPOS
Las
particularidades de la sociedad wayuu es su
organización clínica con base en el parentesco unilineal, regido por el eje
femenino.
Los clanes
se pueden definir etnológicamente como un grupo de personas que descienden de
un antepasado apical. En el caso específico de los wayuu los miembros del mismo clan se distinguen por
identificarse con un nombre en común y generalmente representado por un animal,
ejemploUriana (tigre), Jayariyuu (perro), Jusayuu (mapurite), Ipuana (kari-kari), Epieyuu (cataneja), Pushaina(cerdo), Epinayuu (burro), entre otros.
Entre los wayuu, la organización del clan que le da cohesión
establece el vínculo matrilineal, es decir, la línea de sucesión es por vía de
la hembra. Por consiguiente, quienes resuelven los problemas de la familia son
los tíos maternos. Quienes heredan tanto los bienes materiales como el
prestigio y poder de un hombre, son los sobrinos y no los hijos. No siempre
sucede esta situación, pues como dijimos anteriormente muchas veces la figura
del padre es primordial en el hogar y es él quien se encarga de resolver los
problemas y transferir el prestigio a sus hijos.
En la
sociedad wayuu existe una organización bajo la denominación
de e'irukuu (clan) que son todas aquellas personas que
están unidas por un vínculo ancestral, con una descendencia común a partir de
antepasados remotos. Esto quiere decir que la pertenencia a un grupo de
filiación entre los wayuu viene adscrita desde el nacimiento y dura de
por vida. Para los wayuu el clan no es una entidad corporativa en la
cual se adquieran responsabilidades y obligaciones con todos sus miembros, los
individuos pertenecientes al mismo clan no adquieren lazos de reciprocidad y
solidaridad económica, política y social.
Los e'irukuu(clanes) son
categorías no coordinadas de personas, no es una entidad política funcional.
Por el contrario, solo se comparte una condición social. Los e'irukuu (clanes) wayuu no pueden
ser considerados ni endogámicos ni exogámicos, ya que sus miembros pueden
casarse aleatoria mente con personas de su mismo clan o con miembros de otros
clanes, inclusive, en las últimas décadas se ha hecho muy común formar familia
con alijunas.
Estas
unidades (e'irukuu) de parentesco no son iguales entre sí, puesto
que unas tienen, como es el caso de los clanes del tigre y del perro, mayor
preponderancia económica y social que los demás. Como plantea Vergara:
"Algunos clanes son considerados pobres,
otros como
afortunados o políticamente influyentes; pertenecer a uno u otro clan define el
principio de identidad social y el estatus del individuo" (Vergara 1987).
Los e'irukuu tienen una característica especial pues están
estructurados sobre la base de los apüshi que son una
forma semicorporativa coordinada de personas que se aglutinan en función a un
eje de parentesco, actúan juntos para la resolución de algunos conflictos y
para la realización de actividades comunes, pero otros problemas y actividades
son resueltos en el nivel de la familia central o entre los familiares más
cercanos, a esto es lo que Benson Saler llamó "linajes mínimos"
(1987: 69). Además, la actuación corporativa del linaje se ha dificultado un
poco en la medida que se ha acrecentado la migración wayuu, pues miembros de un mismo linaje pueden vivir en
Maracaibo, Maicao, Uribia, Machiques o el Sur del Lago de Maracaibo, por ello
preferimos hablar de semicorporativo.
Se aprecia
que entre los wayuu hay una clara diferencia entre sus parientes
por e'irukuu y sus parientes porapüshi.
Esto da una notoria definición de a quienes recurrir en caso de conflictos y
quienes son considerados enemigos. De acuerdo con esto, en los conflictos
intraétnicos los que se enfrentan son los linajes (apüshi) y no los
clanes (e'irukuu), pues ellos no son entidades políticas
funcionales, no son corporativas. Entre mayor sea el número de personas que se
reconozcan como pertenecientes a un apüshi, el poder y
la influencia política sobre los demás grupos es considerable.
Con todo lo
expuesto anteriormente, se puede afirmar que la unidad política mínima entre
los wayuu es elapüshi, o parientes uterinos, que
habitan uno o varios territorios y que representan un tipo de matriz social,
política y económicamente independiente. Por consiguiente, el apüshi es el espacio replegado del clan que se
despliega sobre sí mismo teniendo múltiples ramificaciones y un centro matriz
Los wayuu en su incesante cruce de fronteras culturales,
han asumido algunas definiciones del parentesco alijuna y las
manejan tanto en el medio urbano como en sus caseríos. Para explicar a las
relaciones entre sus parientes asemejan su sistema clasificatorio al de los alijunas, sin apegarse a los lazos de parentesco
matrilineal. Tal situación sucedió en Kusi: cuando al preguntar
quiénes eran sus parientes, comenzaban a nombrar abuelos, padres, tíos primos,
sobrinos, sin hacer distinción entre maternos y paternos. Una situación que
sugiere dos cosas: 1) que estén asimilando aspectos del parentesco criollo; 2) que utilicen esto como estrategia para
relacionarse mejor con el alijuna.
Se da una situación muy particular,
cuando la pareja por distintas circunstancias debe recurrir al matrimonio criollo. Allí a los hijos se les
asigna el apellido del padre, como si la línea de descendencia fuese paterna.
En un sin número de casos el wayuu asume
totalmente esta estructura, olvidando la norma
matrilineal.
Esto obedece al contacto cada vez más
estrecho entre los wayuu y la sociedad
nacional que está regida por un eje verticalmente patrilineal-bilateral
justificado jurídicamente. Entonces los wayuu por
ser asumidos como parte de la nación venezolana deben desdibujar, en muchos
casos, su organización matrilineal y asumir los patrones y normas que adapta a
su complejo cultural. Esto lleva a que esté apareciendo una bilateralidad en el
parentesco, es decir, donde el eje de descendencia se traza por ambos sexos.
Este es un punto que debe ser profundizado y que se propone aquí apenas como
hipótesis.
Otra situación que ha sido poco
estudiada es la amplitud que adquiere el parentesco en la sociedad wayuu. Es frecuente observar cómo se refieran
a un extraño que ha llegado de visita como su primo (a), sobrino
(a) y tío (a), dependiendo de
la edad.
Desde el mismo momento de comenzar a
establecer alguna cercanía con parientes se recurre a un vínculo (podría ser
ficticio), así no sean de la misma casta. Pareciera
que los lazos parentales se expandieran por el solo hecho de ser wayuu.
Esto los acerca de tal manera que pueden entablar una relación muy
cercana en un corto tiempo, quizás en unas horas. También es sorprendente
oírlos hablar de las redes de parentesco como si ellos conocieran a cada uno de
los pobladores de toda la Guajira, ya que se relacionan inmediatamente, por ser
el padre, el hijo, hermano, tío, abuelo o primo de un conocido o familiar.
El compadrazgo, como elemento para
extender las redes del poder y del parentesco, es otro aspecto que maneja muy
bien el wayuu. Una manera de tener ascendencia sobre
cuotas de poder y prestigio, tanto en su sociedad como en la criolla es buscar padrinos alijunas acomodados para sus hijos. Así
se logra penetrar en los intersticios de la sociedad criolla de
una manera muy sutil y sin poner en peligro sus intereses.
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